Y en verano ¿qué hacemos con los enanos?

Se acerca el final de curso y ohhhhhhhhh, qué gustazo no tener que correr desde que una pone los pies en el suelo hasta que llega a casa. Pero, al tiempo que sentimos esa sensación de liberación -similar a la de cuando nos descalzamos después de doce horas con unos zapatos monísimos pero castigadores- notamos como crece nuestra angustia interior por intentar llenar tantos días del calendario sin rutina establecida.

¿Qué sería de muchos padres si no contáramos con los refuerzos de los abuelos? Muchas de las familias españolas se sustentan gracias al trabajo no remunerado -y no siempre agradecido- de esos abuelos que asumen impertérritos lo que se les eche. Trabajaron por sus hijos y ahora que les llega el momento del descanso siguen haciéndolo por sus pequeñas criaturas. No es de ley.

Otra opción es contar con ayuda externa. No todas las familias pueden permitírselo y cuando es así, a veces el sueldo de uno va dirigido a esas lides. Pero, en ocasiones, no queda otra. Somos muchas las mujeres que no podemos y tampoco queremos dejar de trabajar, aunque no nos compense -siempre- económicamente. Pero si lo pensamos fríamente es para aseverar que nos hemos vuelto locos. Todos.

Hay más alternativas, los campamentos de verano. Esas actividades que nos hemos inventado desde un tiempo a esta parte y que no son más que distintas maneras de tener entretenidos a los chiquillos mientras los padres cumplen con sus trabajos. Antes, digo cuando yo era niña, los campamentos eran campamentos, es decir, lugares donde te llevaban durante quince días para vivir y disfrutar de entornos naturales. Ahora hay campamentos de lectura, de escritura, creativos…etc.

Mientras no nos da la vida buscando soluciones, el Ministerio de Educación mira hacia otro lado. ¿Quién tiene hoy en día el privilegio de gozar de tres meses de vacaciones más otro mes de jornadas de cuatro horas? Quien no trabaja, supongo. ¿No sería más fácil que los colegios plantearan actividades, al menos durante un mes más, para aquellos que no podemos hacer frente a tanto gasto por campamento al cuadrado? Deberían ser los centros de estudios los que promovieran estas posibilidades. De una vez conseguirían reactivar el empleo estival entre los docentes o aquellas personas que están en paro al tiempo que nos facilitarían la conciliación. De esa de la que hablan.