Sostenibilidad para ser saludables

El verano se pasó entre olivos, como tantos otros. Después de los aires del levante gaditano me dejé caer en el tórrido terruño de la dehesa extremeña. La fuente del oro líquido ha estado ligada a mi vida desde antes de que yo naciera. Las raíces de este árbol achaparrado y longevo son las mías. Regadas bajo el duro sol de Extremadura. Crecí entre olivos viendo caer su preciado fruto. Y con el tiempo, aquel fruto moría en la propia tierra, yerma de manos para cuidarla.

La aceituna, bien preciado entre los que disponen de un paladar exquisito, es la savia viva de esa sangre que corre por mis venas y por las de la tierra. Una tierra ahora solitaria y despoblada en manos de un devenir, cuando menos, incierto. Dar valor a las raíces, al ecosistema y a los recursos naturales es uno de los compromisos que debemos plantearnos para ser responsables con nuestro planeta. Y, también, una ilusión. La de recuperar esa materia prima vital para alcanzar un futuro sostenible.

Sostenibilidad es mucho más que un valor. Es una forma de vida que me lleva a pensar en la corresponsabilidad de todas nuestras conductas diarias y que me hermanan con una causa por la que, cada vez más, apuesto. Las políticas encaminadas a proteger el suelo que pisamos han de ser una prioridad, pero no podemos evadir nuestra responsabilidad. En nuestras manos está que las rutinas de vida sean respetuosas con el planeta azul, ese maravilloso universo que disfrutamos los humanos.

Volver a lo natural es un ‘must’ en nuestras ajetreadas vidas ¿quién nos lo iba a decir? Regresar al origen está -de nuevo- en boga. Y es que no es solo una moda, se impone como una necesidad más que nunca inevitable. Recuperar hábitos de alimentación saludable, reducir el consumismo agresivo y cuidar nuestro cuerpo con ejercicio físico son imprescindibles hoy. Seamos solidarios. Por todos. Y por un futuro mejor.