Bendito aburrimiento

Cuando asoma el verano a los padres de familia de niños en edad escolar nos entran los sudores. Mucho tiempo libre para los peques y pocas vacaciones para nosotros que las estiramos como si no hubiera un mañana. Cuidadoras, campamentos, abuelos, talleres… todo nos parece poco para que el niño «esté entretenido». Ayer leía no sé dónde -esto es lo que me ocurre diariamente con twitter, que no recuerdo la fuente- un pensamiento coincidente con mi opinión, más veraz.

Pareciera que tengamos la obligación de contar con un plan infantil estival con todos sus días y sus horas relleno como un sudoku. Que el niño no deje de hacer cosas: inglés, deporte, actividades dirigidas y un largo etcétera que no se acaba nunca. Es decir, una prolongación de la vida que les hemos orquestado, también, durante el curso, sin lugar para la improvisación. Los niños sin actividades extraescolares, ¿acaso son extraterrestres? ¿son niños sin estímulos? ¿de verdad?

¿Quién nos han vendido esa gaita? Nosotros mismos, nos hemos creído este cuento hasta el final. Porque, ya sabéis, una mentira muchas veces repetida se convierte en verdad. Por falta de tiempo para estar con ellos, hemos generado un argumento que satisface nuestro sentimiento de culpa: está aprendiendo algo interesante, algo que le servirá en su futuro. No sé si, en realidad, calma nuestras frustraciones.

Creo, firmemente, con temor a equivocarme -no voy a ser tan arrogante- que el aburrimiento es el mayor estímulo para un niño. Que la ausencia de juguetes despierta la imaginación. Que la falta de dirección adulta impulsa a soñar. Que las horas muertas sirven para fantasear. Que no hay nada más productivo que el tiempo sin ataduras. Que, inventar, es, al fin y al cabo, a lo que debe dedicar su tiempo un «loco bajito».

No podemos «olvidarnos» de nuestros hijos. Pero sí podemos respirar un poco en verano y relajarnos. Si sucumbimos a los caprichos y a seguir la tendencia que nos rodea, dentro de poco tendremos tiranos, -muchos lo son en potencia-. Tomemos las riendas, ¡que la sociedad no nos obligue a meterlos en camisas de fuerza! La libertad es el mejor de los tesoros. Solo hay que decir NO a muchos.