Suspenso en educación

Antes de nada pido disculpas por mi osadía. Reconozco que no soy una experta en la materia y por ello asumo que cometeré errores e incluso iré en contra de corrientes y teorías basadas en fundamentos científicos, o al menos, estudiados en mayor profundidad. Me refiero a la educación, a la pedagogía, a las disciplinas de didáctica aplicadas a los alumnos de secundaria.

Hace algún tiempo decidí hacer el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica) que sirve, principalmente, para ser docente en los institutos. Es una opción que nunca he descartado. Siempre me incliné por el estudio de la lengua, la literatura y la comunicación. Desde pequeña se despertó en mí el gusto por la lectura y tuve la suerte de tener buenos profesores que me inculcaran el amor hacia las letras.

Hoy recuerdo cómo eran mis clases. En aquellas aulas el profesor era quien dirigía la enseñanza, quien decidía qué se daba y cómo y, sobre todo, era la figura más respetada por todos nosotros. Rememoro con añoranza aquellas disertaciones magistrales sobre lo divino y lo humano de las generaciones de dramaturgos, las obras clásicas y sus autores. 

Aquellos docentes nos enseñaron cómo se contruye una frase con aquel método de cajas o de árbol. Nos enseñaron a utilizar los recursos estilísticos y nos hicieron memorizar las normas métricas. Nos enseñaron también a saber leer El Poema del Mío Cid, a valorar la poética de Quevedo o a interpretar La Celestina. Lo recuerdo perfectamente. Porque los conocimientos adquiridos sobre una base sólida, siempre permanecen.

Ese sistema era eficaz. Supongo que se podrán tener en cuenta otros procedimientos y que las nuevas tecnologías facilitarán el desarrollo de una exposición, pero considero que aquel método ofrecía mejores resultados. Estoy en total desacuerdo en conceder al alumno el papel protagonista de la clase. No creo que se deba anseñar sólo lo que esté dentro de los intereses de los alumnos. Creo que un adolescente tiene que tener claras las teorías para poder aplicarlas. Me es indiferente qué método utilice el profesor pero debe transmitirle un saber.

Esta reflexión es una consecuencia de la asistencia a estos seminarios que imparte el Instituto de las Ciencias de la Educación. Ahora comprendo cuál ha sido la causa del fracaso escolar de los últimos casi veinte años, cuyo origen es la famosa LOGSE. Mientras que los pedagogos y los educadores insistan en el idea de que hay que adaptar las clases a los alumnos y de que también hay que seleccionar los textos en función de unos parámetros que le sean familiares al joven, no tendremos calidad en la enseñanza. Y quien piense lo contrario que acuda al informe PISA. Da pena.