Un año más de lucha contra el Sida

Hoy es uno de esos días en que el planeta Tierra dedica sus veinticuatro horas a un tema: el SIDA. Hace más de veinticinco años que se conoce este virus y son más de treinta y tres millones de personas las que están infectadas. Sin embargo, todavía son o somos muchos los que no tenemos claras algunas de las caras de esta enfermedad.

Considero positivo que se celebre este día -y no otros como ya dije en otra reflexión- porque año tras año descubrimos algo nuevo de esta epidemia. Y porque desde distintos organismos nos ofrecen información todos los 1 de diciembre que nos permite vivir un poco más de cerca esta enfermedad. Gracias a esto sabemos que existen fármacos capaces de controlar el sida y se ha intentado concienciar a la población de la importancia de la prevención.

A pesar de que son muchos los avances científicos en cuanto a tratamientos, creo que queda mucho por hacer ya que este virus genera 8.000 muertes al día. En este más que en ningún caso considero necesarias las campañas de información, sobre todo dirigidas a los jóvenes. Parece ser que el 45% de las nuevas infecciones del pasado año se dieron en personas de entre 15 y 24 años.

Hubo un tiempo allá por los años ochenta, década que se caracterizó por un alto índice de consumo de drogas por vía intravenosa, en que la gente pensaba que existían «grupos de riesgo» para infectarse del virus. No sólo eran vistos con malos ojos los toxicómanos sino también los homosexuales, por aquello del «cáncer rosa». Sin embargo, hemos constatado que el riesgo está en determinadas conductas y no en los grupos o colectivos. 

Sin ir más lejos, esta mañana escuchaba la radio mientras comprobaba cómo muchos afectados son personas con vidas muy convencionales, si por ello entendemos que eran hombres y mujeres que tenían pareja estable y familia. Sin embargo, escondían sus señas de identidad. Esto es lo sorprendente, que todavía hoy sigan viviendo el rechazo de la sociedad, que mantengan esta enfermedad en privado como si se tratase de una culpa. Desde aquí apelo al entorno global a que se eliminen los prejuicios y se apueste por el respeto y la integración.