¿Halloween o el Día de Todos los Santos?

¿Qué difícil no? Digo, lo de mantener las costumbres de nuestro país y dar la espalda a las de dudosa procedencia. Aunque todo apunta que ha sido el Todopoderoso de los países quien nos ha vendido Halloween. ¿Quién no celebra el día 1 de noviembre disfrazándose como un zombi o un muerto viviente y decorando su espacio con calabazas? No puedo veros, pero pocos levantaríais la mano si os tuviera delante…Y mira que me resistía hasta hace no mucho, pero es misión imposible.

Llegados a este punto en que en cada esquina de tu ciudad te encuentras con telarañas, esqueletos o dráculas lo que nos queda es preguntarnos ¿por qué no? ¿hay otra alternativa? Si es que abres Google y te saluda una bruja… a eso me refería antes cuando decía que es imposible permanecer intactos ante el influjo norteamericano. Algunos no es que caigan es que imitan y los que éramos reacios pues vamos perdiendo las fuerzas. ¡Qué poder tiene la información bien difundida en este mundo globalizado!

Hoy, no hay niño que se precie que no se disfrace y acuda por el vecindario con las palabras mágicas de ¿truco o trato? en busca de caramelos. Es difícil mantenerlos al margen, si los adultos somos maleables, esos locos bajitos -como diría Serrat- para qué contar. La marea del marketing ejerce su atracción atrapándonos sin capacidad de reacción.

Cuando echo la vista atrás, me veo… ¿muy mayor? quizás… pero hasta no hace tanto, ésta era una fiesta muy fea. Desde la mirada de un niño eran los padres quienes acudían a los cementerios a poner flores a sus seres queridos, sin más. Tú, como mucho, te comías un buñuelo. Ahí acababa todo. Supongo que acoger y adaptarnos a otras costumbres tampoco es del todo malo, lo malo es no conocer las propias y tener siempre ese sentimiento de inferioridad que nos caracteriza, digo, a los españoles.