Por qué abandoné al cine

Hace tiempo que dejé de tener eso mismo, tiempo, para ver películas… y mira que me retuerzo por dentro al decir esto (me retuerzo de rabia). El cine era, en otros momentos, una de mis opciones fijas de ocio semanal. Luego pasé a ver las películas en casa, con todo tipo de artilugios teconológicos que mejoraban la cosa: home cinema, plasma…etc., pero dejó de ser lo mismo.

No hay nada que suplante la sensación de ir al cine para ver cine. Que tus sentidos se sumerjan en la película y te dejes llevar y soñar y volar y pensar y aterrizar. Que tus oídos capten ese sonido inconfundible, que tus ojos penetren en la gran pantalla, que tu olfato aprecie las malditas palomitas (eso sí que lo llevaba mal, junto con el consiguiente estallido de los granos de maiz en la boca del vecino de butaca y las risas y comentarios inoportunos del mismo), pero en fin, no todo podía ser perfecto.

Después de la fase ver películas en casa, llegó la de cabecear en el sofá y comprobar (antes de que empezara la peli) cuánto duraba… ahí empecé a preocuparme, ponía en valor el tiempo de duración por encima de actores, trama, guión, música… Y me pregunté qué me estaba pasando. La respuesta era siempre la misma: cansancio. Me obligué a ver películas por la tarde, para que mi sueño no pudiera con mis intenciones, pero me fue harto difícil (los pequeños duendes de mi casa acaparan todo hasta las nueve de la noche, con suerte).

En fin… que me cansé de intentarlo. Ahora cada vez que me pongo delante del televisor es para ver series, sí, eso que antes eran culebrones y que ahora han mejorado. Aunque he de decir que mis favoritas son las extranjeras y, fundamentalmente, las de acción. Y es que necesito sensaciones fuertes para acabar el día. Pese a lo que se pudiera imaginar, necesito ritmo, intriga, lo que onomatopéyicamente hablando haríamos con un chasquido de dedos. Eso me mantiene despierta. Y también un buen gin tónic, claro.

Ahora, en las ocasiones señaladas, voy al cine, solo en los días que me escapo y retomo a mis andanzas de otrora. Y vuelvo a sentir ese placer tan sencillo que me hace tan feliz. Y me siento de nuevo libre. Y respiro hondo. Y me lleno de aire. Y cierro los ojos. Y me dejo llevar. Y retorno. Y dejo de ser real por unos minutos. Y me vuelvo un ser fantástico y vuelvo a ser pequeña y grande y…