La temporada estival ha aterrizado. Ha llegado tarde, eso sí, pero por fin lo ha hecho. Es la estación ansiada por muchos y temida por otros tantos. Vivimos todo el año esperando las tan merecidas vacaciones y cuando llegan se plantean los problemas que nacen como consecuencia de la ruptura de las rutinas. Y me refiero, especialmente, a las familias con hijos en edad escolar.
Este fin de semana he coincido con varias parejas de amigos que tienen hijos. Y me han planteado esta cuestión: ¿qué hacemos con los niños en verano? Es, sin duda, un problema de difícil solución para aquellos padres que trabajan casi todo el día, que sólo pueden disfrutar de un mes de vacaciones, a lo sumo, y que tienen hijos en edad escolar, principalmente.
Los más pequeños cuentan con las guarderías que los han acogido durante todo el curso, pero, ¿y los que han tomado las vacaciones de verano el 15 de junio y tienen que regresar el 15 de septiembre? Están encantados, claro, tienen tres meses por delante y mucho, mucho, tiempo libre. Son éstos los que plantean las dificultades de conciliación, de nuevo, de vida familiar y profesional.
Hay algunas familias que cuentan/contamos con la fortuna de tener unos abuelos, fuertes y voluntariosos, que se hacen cargo de ellos. Habría que hacerles un monumento. Sin ellos, las actuales familias españolas no podríamos sobrevivir a la vorágine en la que se han convertido nuestras vidas. No hay más que acercarse a las puertas de los colegios a la hora de la salida o a los parques a media tarde, para comprobar que son ellos los que hacen, en muchos casos, el papel de padres-educadores.
Otros pueden permitirse el extraordinario de pagar a una persona que ejerce el rol de cuidador mientras los padres trabajan. Muchas familias dedican buena parte de sus ingresos en este sentido. Y es que la mayoría de las veces no hay otra solución. Hay otras opciones que vienen solventando estas dificultades al menos parcialmente, como los campamentos de verano -fuera y dentro de la ciudad-, y otras actividades similares cuyo objetivo es «colocar» al niño, mientras los padres cumplen con sus deberes profesionales.
De nuevo, lanzo desde aquí mi queja y demando para las familias españolas más ayudas por parte del Gobierno que nos permitan compatibilizar nuestras vidas con la de nuestros hijos. No sólo se trata de ayudas económicas, que también son importantes, sino de que nos ofrezcan más recursos o alternativas, para poder liberar a los abuelos de competencias que ya ejercieron en su día. Se me ocurre que una buena solución sería, para empezar, acortar las vacaciones escolares ¡Feliz verano!