Qué pesadilla… el fútbol

No suelo seguir con atención las noticias dedicadas a los deportes, lo reconozco. Supongo que es una cuestión de preferencias. El tiempo, uno de los valores más preciados de la sociedad actual, se administra en función de prioridades y entre las mías no está la información deportiva.

Dicho esto, entiendo que el deporte es una práctica saludable y una actividad que debe ser fomentada como hábito de vida entre los menores y también entre los mayores. Yo misma practico la natación semanalmente.  Con esto creo dejar claro que estoy a favor de que se potencie el deporte.

Cuando estudiaba periodismo hice un curso de formación radiofónica especializado en deportes. Lo hice por aprender las técnicas del medio de las ondas, todo sea dicho. Allí descubrí que no sólo no me gustaba la información deportiva, sino que detestaba dicho ambiente.

Me explico. En todo el curso, de cuatro meses de duración, dedicamos tres y medio al fútbol y el resto a las otras disciplinas. Los formadores lo veían normal y, por supuesto, los alumnos, también. Nadie ponía en duda la fuerza del deporte rey, si hablamos de audiencias, pero ninguno apostaba por los demás.

No dejo de sorprenderme diariamente cuando observo que los telediarios dedican una tercera parte de su tiempo al deporte, o mejor dicho al fútbol, y en ocasiones, al tenis. Hoy me he vuelto a sorprender cuando todos los diarios hablados nacionales han abierto sus ediciones con la final de la Liga de Campeones y han empleado la mitad de su tiempo en describir las horas previas.

Lo peor no es sólo eso. Al final, por rentabilidad, la televisión ofrece lo que el público quiere ver. Lo denunciable son ciertas actitudes que rodean estos espectáculos. La violencia, los nacionalismos, los extremismos… Se pierde la perspectiva inicial y se prostituye el concepto en sí ¿Dónde queda la deportividad?