Algo de verbena y gallinejas

Entresijos, gallinejas, churros, berenjenas, rosquillas tontas y listas, el vino y la cerveza son algunos de los manjares que se pueden degustar en la Feria de San Isidro. Pese a la multitud de puestos que inundan con olor a fritanga los aledaños de la Ermita de San Isidro, lo más recomendable es comer la tortilla en la pradera. Bailar un chotis, beber agua del Santo, vestirse de chulapo/a y comprar un botijo es lo propio de las fiestas más castizas de Madrid. 

Los escenarios donde se celebra el Día del Patrón se multiplican. En el plano religioso, la ermita de San Isidro acoge cada año a los fieles que cada 15 de mayo hacen cola a sus puertas para beber el «agua bendita» y  escuchar la misa de romería en la pradera. También la Colegiata de San Isidro es lugar escogido por los madrileños devotos de su santo.

En el ámbito más festivo, las atracciones lúdicas, las tómbolas y los bares proliferan en los distintos distritos de la capital. Para los más pequeños aconsejamos pasarse por los Jardines del Cabo Noval para ver una representación de títeres, disfrutar de los espectáculos de pirotecnia, luz y agua en el estanque del Retiro y, finalmente, recorrer la explanada del Puente del Rey al ritmo de los pasacalles.

En el plano cultural siempre se puede visitar el Museo de los Orígenes o Casa de San Isidro en la Plaza de San Andrés. Para los amantes de la música la cita está en los Jardines de las Vistillas que durante varios días acoge conciertos de todo tipo, desde cuplé a la copla, pasando por el tango. Y para los apasionados de la zarzuela, este año están de suerte. La Plaza Mayor acoge un concierto del maestro Chueca, en el centenario de su muerte.

Madrid se engalana estos días para lucir sus mejores prendas. Los más castizos recuperan cada año sus trajes regionales y salen a bailar a las verbenas. La mayoría son mayores nostálgicos y los nietos de éstos a los que intentan transmitir su pasión. Son éstas unas fiestas, principalmente, populares. Tradición y folclore se unen en armoniosa algarabía. Y para no olvidar la costumbre, coreamos: «San Isidro labrador, quita la lluvia y pon el sol».