Recordando la Semana Santa

Se aproxima la Semana Santa y me pregunto qué sentido tiene la misma para los distintos mortales. Originariamente durante estos días, en los países de origen cristiano, se revive la Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Una tradición que alimenta espiritualmente a los creyentes.

La escenificación de los momentos más importantes de la vida de Jesucristo, sus sacrificios por los hombres, su sufrimiento en la Cruz y su ascenso a los cielos se redescubre año tras año en los Oficios y procesiones que tienen lugar a lo ancho y largo del planeta.

Hablaré de España porque no conozco cómo se vive en otro país la Semana Santa. Son muchos los pueblos y pequeñas ciudades que visten de gala sus calles para recibir los pasos. Flores, velas y un profundo olor a incienso acompañan a nazarenos y tallas sagradas.

Todas las semanas santas de mi infancia las pasé en el pueblo de mis padres. Un lugar remoto de la Extremadura más profunda donde las costumbres – y más aún las religiosas – se respetan hasta un estadío insultante. No había otra opción. Asumí que así era: abstinencia, penitencia y albricias, al fin.

Con el tiempo descubrí otras semanas santas, o mejor dicho, otros lugares de España, donde a pesar de la idiosincrasia de cada comunidad, distan muy poco de la que relaté más arriba. La influencia que ejercían sobre nosotros nuestros mayores era poderosa. Ahora sólo queda la memoria.