La maternidad, un pecado laboral

La maternidad es una de esas experiencias maravillosas que las mujeres podemos sentir. Otra faceta francamente gratificante es la realización profesional. Parece que en los tiempos que nos ha tocado vivir a mis contemporáneas y a mí, ambas situaciones están enfrentadas. A veces, es una cuestión de elección.El panorama resulta desolador. Es una nueva lacra social, conocida como “mobbing”. En este caso, el acoso no sólo alcanza al género, sino que va más allá. Somos maltratadas porque la naturaleza nos ha dotado de los órganos capaces para la reproducción. Pero, ¿acaso quienes toman las decisiones, generalmente hombres, no tienen hijos, o mejor, hijas, mujeres, hermanas…?
En la mayoría de los casos, existe una amenaza latente incluso antes de quedar embarazadas. Es corriente escuchar cómo en una entrevista de trabajo, la candidata es preguntada por sus planes futuros para formar una familia. Este hecho es, en sí mismo, denigrante; ya que se intercede en una parcela íntimamente personal, sin ningún tipo de reservas.
Saltan las alarmas cuando la mujer trabajadora informa en su trabajo de que espera un hijo. Algunas mujeres comentan que lo cuentan cuando ya es evidente para evitar discriminaciones. Paradójicamente, lo “peor” llega con el alumbramiento y la posterior baja maternal. Son muchas las mujeres que eligen reducir su jornada laboral para compaginar vida familiar y profesional.
Esta situación es inaceptable por parte de muchas empresas que carecen de políticas de conciliación. En la mayoría de los casos, aducen que el trabajo que no hace la reciente mamá recae sobre los compañeros. Sin embargo, se olvidan de que también pagan menor salario por ese contrato.
Todas estas circunstancias provocan que se produzca casi siempre la misma consecuencia: pactar un despido con indemnización. Algunas mujeres asumen esa solución individual de manera natural. Esta salida no hace más que agravar el problema real. Mientras no se denuncien esos despidos improcedentes no se sentará precedente y por tanto no se actuará con responsabilidad.
El acoso laboral por cuestiones de género dice mucho de la política social de un país. A mi juicio, el origen del problema es otro. Los largos horarios laborales en España hacen difícilmente compatible la vida personal con la profesional. Lo que provoca que muchas mujeres apuesten por la maternidad en detrimento de su carrera, al menos durante los primeros años de vida de los hijos. Razón que ralentiza el ascenso y la promoción y que, en definitiva, acusan, especialmente las mujeres.
Habría que tomar medidas para que primase la excelencia en el trabajo. Que se incentivase la productividad en aras de las horas trabajadas. Sólo de esta manera sería posible  una vida más armónica en todos sus aspectos. Son necesarias políticas que apoyen a las familias, como una mayor flexibilidad laboral, guarderías en los centros de trabajo y/o bajas maternales/paternales de mayor tiempo.
Como mujer trabajadora y como madre, apelo desde aquí a las autoridades competentes para que nos oigan y nos tomen en cuenta. Necesitamos que las políticas de conciliación sean una realidad. Para ser más libres, mejores profesionales y, sobre todo, mejores personas.