Qué nos importa del G-20

Hace escasamente una semana del apabullante triunfo electoral de Barack Obama. Parece una eternidad. Hemos vivido la campaña, las elecciones y el recuento de los votos desde la primera línea. Las conversaciones de los últimos días de los ciudadanos del globo han sido monotemáticas. Y es que, aunque no queramos, no nos podemos olvidar de que EEUU es la primera potencia mundial y que sus decisiones nos afectan al resto de diminutos mortales que planeamos a su alrededor.

Y después de la exaltación y las celebraciones -a las que me uno- y de los titulares grandilocuentes y cargados de connotaciones retóricas respecto al color de su piel, llega el momento del análisis, de valorar los retos a los que se enfrenta y de enjuiciar las acciones que emprenderá a partir del próximo enero. Parece que el presidente electo tiene entre sus prioridades afrontar la crisis económica mundial. Eso esperamos. Pero, de momento, está fuera de servicio.

Antes, tenemos otra cita de marcadao carácter internacional y de gran calado periodístico. La cumbre del G- 20, – o mejor veintidós-. En estos momentos en que la economía de libre mercado hace aguas a causa de una crisis financiera y económica mundial, los mandatarios de los países más ricos del mundo intentan ponerle freno tirando de ideologías de manual. Y allí están en Washington, en La Casa Blanca, en la sede más representativa del capitalismo.

Una de las teorías propuestas para esta cumbre es refundar el sistema económico actual, otra – la que lleva nuestro presidente- es instaurar la socialdemocracia con el objetivo de desbancar del ciclo histórico las ideologías neoliberales o neoconservadoras. Lo importante es que cada uno de los que allí están convocados tendrá sus minutos de gloria en uno de los foros más esperados de los últimos tiempos. Y para el recuerdo, podrán llevarse la foto.

Pero, ¿qué ocurre al margen de esa reunión al más alto nivel? ¿Alguien nos puede explicar a los ciudadnos de a pie, de cada una de las naciones representadas, cómo van a atajar los problemas reales de quienes no tienen trabajo, se enfrentan al paro, al impago de sus hipotecas o simplemente no puede sacar su negocio adelante? En estos momentos tan críticos para muchas familias españolas, nos ofrecen discursos teóricos y mejores acuerdos supranacionales. Supongo que a alguien se le habrá olvidado consultar a la opinión pública.